No, rotundamente no. El quiropráctico realiza ajustes manuales específicos (ajustes) de las vértebras y diferentes articulaciones con el fin de que estas normalicen su funcionamiento y no produzcan interferencias en la función del sistema nervioso. Los ajustes quiroprácticos son aplicaciones manuales muy breves y de gran efectividad, que exigen una gran habilidad que solamente se puede conseguir a lo largo de varios años de aprendizaje en ámbito universitario. Esto nada tiene que ver con los movimientos manuales realizados sobre la piel o músculos conocidos como masajes.
Sí. De hecho, muchas personas con osteoporosis encuentran gran alivio con la quiropráctica. Los ajustes son muy suaves y ayudan al cuerpo a relajarse y a funcionar mejor.
Es totalmente normal y es indoloro. Es la liberación de gas gracias a un proceso que se llama cavitación y se debe a un cambio de presión de nitrógeno que este adentro de la cápsula articular. Pero recuerda sólo los quiroprácticos saben como hacer sonar “las yucas” cuando te ajustan, no lo hagas tú mismo.
Ninguno en especial. ¿Esperas a que te duela una muela para visitar a un dentista? Normalmente no. Muchas personas se hacen reconocimientos y limpiezas anuales para mantener tus dientes sanos. Lo mismo ocurre con tu columna vertebral. No hace falta que esperes a tener síntomas para hacerte una revisión.
No sólo pueden sino además, deberían. Las necesidades particulares de esos colectivos y la importancia de que gocen de óptima salud hace del cuidado quiropráctico una opción especialmente recomendable para ancianos, niños y mujeres embarazadas.
Sí. La carrera quiropráctica tiene una duración de entre 5-6 años académicos, dependiendo del país, tras los cuales se obtiene el título de Doctor of Chiropractic (Doctor en Quiropráctica) o Licenciado en Quiropráctica si cursó sus estudios en una universidad europea. El Consejo de Educación Quiropráctica establece los estándares educativos a nivel internacional.